La Ciudad de la Eterna Primavera, como también es conocida, siempre tiene sus puertas abiertas para nuevos visitantes. Es un destino que con el tiempo, y después de su transformación, se ha convertido en uno de los puntos más atractivos para conocer del continente.

Hoy queremos invitarlos a recorrer La Capital de la Montaña, guiados por sus aromas y sabores, descubriendo todo lo que esta tierra tiene para ofrecer, así que ¡acompáñennos!

Cuando visitamos un nuevo destino, lo primero después de encontrar los tiquetes o el medio de transporte para llegar, es buscar un buen hotel. Para nosotros el factor primordial luego de ver que las instalaciones cumplan con nuestras expectativas, es la ubicación, por esto el Marriott Medellín nos resulta una excelente opción ya que está en Milla de Oro, una zona céntrica y muy agradable para caminar.

Empezamos nuestro primer día con dirección al centro, y la opción más divertida y rápida para llegar es en metro. Viajamos desde la estación Poblado hacia Parque Berrío, y justo ahí encontramos La Plaza de Botero que tiene 23 esculturas al aire libre del maestro Fernando Botero, artista emblemático de la ciudad.

El ambiente es encantador y aunque se ven vendedores ambulantes de todo tipo, aquí recomendamos probar una típica arepa de queso, las preparan a la vista sobre una plancha hirviendo, donde se puede ver el queso burbujear y la masa dorarse, al primer mordisco el queso se estira y los más dulceros pueden optar por ponerle leche condensada.

Seguimos nuestro recorrido hacia el Parque Arví, que a propósito está entre los tres mejores destinos turísticos sostenibles del mundo, según el Concejo Mundial de Viaje y Turismo. Lo mejor de la aventura, es que se llega en metro cable y hay senderos ecológicos para recorrer con calma y conectarse con el pulmón de Medellín, de la mano de una buena porción de fruta fresca por la que no pagarán más de $4.000 pesos.

Para la hora del almuerzo nos devolvemos hacia El Poblado y nos dirigimos a un restaurante que lleva más de 25 años sirviendo lo mejor de la gastronomía colombiana, se trata de Ajiacos y Mondongos. Aunque el lugar es sencillo y sin mucha pretensión, sirve la mejor cazuela de fríjoles de la ciudad, y solo abre para la hora del almuerzo, así que hay que aprovechar.

La tarde la pasamos caminando entre las dinámicas calles de Provenza, les recomendamos parar en Macanas por un café y hacer un stop en 37 Park para sentarse en sus tronquitos a tomar una cerveza helada.

La comida va por cuenta de un restaurante clandestino, situado en una terraza cerca de la zona llamado Alambique. Carece de letrero o cualquier señal que indique donde queda; si quieren información de cómo llegar, escríbannos por Instagram @comeaqui. Es un laboratorio de cocina y definitivamente hay que probar el Ceviche de Chicharrón, una porción de 800gr. asado a fuego lento.

Los más animados, pueden cerrar la noche haciento el “Tour del Shot” por Provenza, Parque Lleras y Parque del Poblado.

Nuestro segundo día empieza temprano motivado por la mejor comida de todas, el desayuno, este lo tomamos en The Market, uno de los restaurantes del hotel que tiene un formato buffet con todas las de la ley. Salmón ahumado, todo tipo de carnes frías y quesos, huevos al gusto, panes de todas las clases y tamaños, frutas y cereales entre muchas cosas más, al mejor estilo internacional con toques muy colombianos, ¡el chef eres tú!

Luego de semejante festín, salimos rumbo a una experiencia electrizante, se trata de una visita a La Comuna 13, más conocida como “Graffitour”, consiste en recorrer uno de los antiguos lugares más peligrosos del mundo, convertido hoy en un sitio mágico, dónde desaparecieron las fronteras invisibles para en su lugar, elevarse murales llenos de color que hablan de transformación, cultura y arte urbano. Puede tomar alrededor de 3 o 4 horas y durante el camino, es obligado comerse una paleta de mango biche, viene en un vasito y no tiene igual porque es hecha de pura fruta natural.

Cercanos ya a la hora del almuerzo, tomamos el metro y nos dirigimos hacia nuestra siguiente parada, el Jardín Botánico. En su interior encontramos In Situ, un restaurante creado para convertirse en patrimonio gastronómico, cultural y turístico de Medellín. Luego de disfrutar de fantásticos platos, vale la pena pasar la tarde recorriendo los senderos llenos de fauna y flora, y quedarse maravillado ante El Orquideorama, su arquitectura y sus orquídeas por supuesto.

Y aquí terminan nuestros dos días, hacen falta muchos más para disfrutar de todo lo que Medellín tiene para ustedes, así que esperamos que con esto se antojen y empaquen maletas para disfrutar de este increíble destino.